Los cambios siempre producen miedo y cierto rechazo. Cuando el fintech comenzó a hacerse un hueco en España por mérito propios, la banca de toda la vida se puso a la defensiva porque tenía la sensación de que estas empresas revolucionarias podrían constituir una seria amenaza a sus intereses. Con el tiempo, las entidades financieras se han dado cuenta de que, más que enemigas, estas compañías que aúnan finanzas y tecnología pueden convertirse en aliadas estratégicas ante los retos del futuro, proporcionando una respuesta mucho más efectiva al cliente, que es el que verdaderamente sale ganando con esta unión entre tradición y modernidad.

Dar respuesta a nuevos retos

El objetivo de toda organización es ser más competitiva. Determinados procesos inherentes al negocio bancario han perdido fluidez, volviéndose lentos, complicados y casi anacrónicos. La necesidad de obtener respuestas inmediatas sin desplazamiento ni papeleos farragosos se instaló en el ADN de las generaciones acostumbradas a los entornos digitales y a la movilidad. Era lógico que, con este caldo de cultivo, la apuesta por el fintech resultara claramente ganadora, más aún cuando por fin se logró un marco regulatorio que dotara su actividad de garantías y de profesionalidad.

La colaboración entre banca y fintech era el siguiente paso. En vez de ver en estas emergentes un usurpador de su poder, las entidades financieras convencionales han preferido crear alianzas que permitan colaborar conjuntamente. La sinergia entre lo viejo y lo nuevo deja a la banca más tiempo para centrarse en lo verdaderamente importante, al tiempo que le da la oportunidad de llegar a niveles a los que antes no podía llegar por falta de recursos. Es el caso de los préstamos. Durante muchos años, el grifo del crédito estuvo cerrado en España, lo que ahondó en la crisis de PYMES y hogares.

Más ventajas que inconvenientes

La financiación alternativa es una buena noticia para la economía real porque aligera la dependencia que siempre ha existido hacia la banca. Gracias a esta unión, se promueven valores como la innovación, el dinamismo y la transparencia. En este sentido, trabajar de forma conjunta, por medio de inversiones o de acuerdos, tiene más ventajas que inconvenientes. Dentro del sector inmobiliario, la falta de financiación todavía sigue dejando en suspenso proyectos perfectamente viables y en los que el promotor pone una parte muy importante de sus recursos propios.

CIVISLEND siempre ha dejado claro desde su lanzamiento que su intención no es la de sustituir el papel de la banca tradicional, sino complementarlo para juntos lograr un éxito mayor. El sector inmobiliario es un pilar fundamental de nuestra economía, así que reunir a inversores interesados en aportar fondos para la adquisición de activos es una excelente forma de respaldar a los promotores durante la fase inicial de su proyecto. Por medio de esta cooperación, es más sencillo acceder posteriormente a un crédito concedido por un entidad financiera tradicional con el que convertir su desarrollo en realidad, sin olvidar que al ahorrador se le está ofreciendo un producto novedoso con una rentabilidad muy atractiva.