Acudir a la sucursal bancaria era, hasta hace relativamente poco tiempo, la única vía que tenían las empresas para obtener financiación. De hecho, esta dependencia obligó a muchas profesionales a poner punto y final a sus negocios en los momentos más duros de la crisis del 2008. El cierre del grifo del crédito afectó de forma intensa a las compañías del sector inmobiliario. La caída de algunas constructoras y/o promotoras de renombre se unió a la depuración que experimentaron las agencias de intermediación. El Consejo General de los Colegios Oficiales de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (COAPI) aseguró que de 2007 a 2008, en tan solo un año, se pasó de 80.000 agencias operativas a la mitad, alrededor de 40.000. Así, la falta de liquidez supuso la quiebra de estos escaparates inmobiliarios a pie de calle.

Con la vuelta de las aguas a su cauce, el sector inmobiliario fue poco a poco remontando. Según la Estadística estructural de empresas del sector servicios elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2008 el número de empresas agrupadas bajo el paraguas de actividades inmobiliarias fue de 120.115, mientras que en 2019, último dato anual disponible, fueron 185.319, lo que arroja un incremento del 54% en 11 años. Asimismo, el volumen de negocio de estas compañías superó en 2008 los 21.653 millones de euros, frente a los más de 30.008 de 2019, lo que supone un repunte en este periodo de alrededor del 39%.

A pesar de la pandemia, la creación de empresas relacionadas con la construcción supuso el 27,5% del total en 2020. La aportación al PIB de esta actividad junto con la inmobiliaria fue del 17% en pleno año de crisis sanitaria

La llegada de la pandemia volvió a hacer mella en el crédito para las nuevas empresas. Según la Estadística 2020 del Registro Mercantil Central el patrón económico estructural de nuestro país el año pasado sufrió las irremediables consecuencias de la crisis sanitaria, reduciendo la creación total de empresas un 15,8% respecto al ejercicio anterior. No obstante, a pesar de las dificultades que trajeron consigo el confinamiento y las posteriores restricciones, de las casi 80.000 empresas creadas en 2020, más de 22.000 pertenecían al sector de la construcción, si bien los nuevos negocios relacionados con este ámbito en 2019 superaron esta cifra en 5.000 empresas. Datos más recientes aportados por Gedesco revelan que la promoción inmobiliaria continúa siendo el sector que ha generado mayor cantidad de nuevas empresas, con 588 nuevas sociedades en el segundo trimestre de 2020.

El hecho de que el 27,5% de las empresas que comenzaron su andadura en un año tan complicado como 2020 tengan que ver con la construcción no hace más que subrayar la importancia de un sector que ha puesto de relieve su insuperable fortaleza una vez más. De hecho, los datos desagregados del PIB dados a conocer por el Instituto Nacional de Estadística indican que la aportación a la riqueza nacional de la construcción y las actividades inmobiliarias en 2020 fue del 17%, siete décimas más que en 2019. Esto demuestra que la construcción sigue siendo un pilar fundamental de la economía, aun en momentos de crisis. Además de jugar un papel central en la generación de empleo, sirve de cadena de transmisión para otros sectores con los que establece sinergias.

Las fuentes de financiación alternativas vuelven a estar en el punto de mira de las empresas. La financiación diversificada por medio del crowdlending es la respuesta lógica a un entorno de contención crediticia por parte de la banca

No cabe duda de que la paulatina apertura crediticia de las entidades tradicionales una vez dejada atrás la crisis provocada por la burbuja inmobiliaria fomentó el tejido empresarial constructivo e inmobiliario, siendo decisivo para su recuperación. Con la irrupción de la COVID-19 la necesidad de diversificar las fuentes de financiación volvió a aparecer. El propio Banco de España en su ‘Encuesta sobre préstamos bancarios‘ asegura que, mientras en un primer momento las condiciones de financiación se mantuvieron estables, favorecidas por las medidas de impulso promovidas del Gobierno a instancias de Europa para minimizar el impacto de la pandemia en la economía, lo cierto es que ya desde finales de 2020 se aprecian signos de un cierto endurecimiento en los criterios de concesión de préstamos.

Esta rigidez se debe a una creciente preocupación de las entidades financieras por los riesgos. El instituto emisor reconoce el aumento de la proporción de préstamos denegados en el cuarto trimestre de 2020, en todos los segmentos de crédito. Con el fin de esquivar las restricciones crediticias de los bancos en un contexto económico adverso, las empresas deben plantearse desde el primer momento una estrategia de financiación plural que evite la exclusividad. La incertidumbre es el caldo de cultivo que permite a alternativas como el crowdlending demostrar su potencial. Hablamos de un método alternativo que permite a las empresas diversificar sus fuentes de financiación con el fin de enfrentarse con mayor seguridad a las contingencias que depara el futuro.

El crowdlending permite que las empresas reduzcan su dependencia hacia las fuentes de financiación tradicionales, lo que hace que su solvencia no se vea comprometida a un único acreedor y evita la vulnerabilidad de sus finanzas

Dentro del contexto de la financiación alternativa en España las plataformas de financiación participativa juegan un papel importante. Son empresas que desarrollan esta actividad autorizadas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el Banco de España. Es importante recordar que estar abierto al crowdlending no implica desestimar a la banca tradicional, dado que ambas fuentes deben ser complementarias. Pese a la agilidad de la tramitación de préstamos por las PFPs, antes de dar el salto hacia la financiación participativa se debe tener en cuenta que las plataformas analizan de forma pormenorizada los proyectos de las empresas que solicitan fondos. Además, esta vía innovadora de financiación no resulta aplicable a todos los negocios.

financiación diversificada

Queda claro que cuando existe pluralidad de acreedores se está más protegido. En este sentido, los bancos rinden cuentas a organismos supranacionales que adoptan decisiones en su nombre, como ocurre con el Banco Central Europeo, cuya política monetaria marca el ritmo de la banca española y dilata la toma de decisiones. El hecho de que en las plataformas de crowdlending los fondos sean de inversores privados facilita y agiliza enormemente los procesos. Asimismo, la constitución de una cartera crediticia variada incrementa las posibilidades de negociación, pudiendo comparar los tipos de interés y plazos de amortización que ofrecen las diferentes vías. Queda demostrado que el crowdlending es una fuente de financiación que el sector inmobiliario y de la construcción no debe pasar por alto, y CIVISLEND ha demostrado estar al lado de estas compañías, apoyando al promotor.