Se acerca la Navidad, y con ella, los regalos para los más pequeños. Sin duda, esta época es una de sus favoritas porque Papá Noel y los Reyes Magos hacen realidad sus deseos. Sin embargo, muchas familias tendrán que apretarse el cinturón debido a la creciente inflación. Para evitar frustraciones, y no solo durante estas fiestas, sino durante todo el año y el resto de sus vidas, lo mejor es enseñarles a nuestros hijos el valor del dinero. Hacerles partícipes de lo importante que es el ahorro o hacerles entender con un discurso adecuado a su edad qué son las finanzas y por qué tienen un papel tan crucial en sus vidas es una tarea pendiente que no debemos posponer. Es nuestra responsabilidad como padres ayudarles a tomar conciencia cuanto antes de lo que supone llevar las riendas de una economía familiar día a día. Solo de esta forma podremos evitar comportamientos faltos de empatía cuando lleguen a la adolescencia.

Según el último informe del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) puesto en marcha por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), uno de cada diez jóvenes presume de tener una educación financiera alta, por lo que incluso toman decisiones de inversión. La otra cara de la moneda es que el 25% carece de las habilidades y las nociones financieras necesarias para tomar decisiones sobre cuestiones básicas. Sin duda, el no haber cultivado la cultura financiera desde niños tiene sus repercusiones en la edad adulta. Así, aunque una encuesta elaborada por EFPA España (Asociación Española de Asesores y Planificadores Financieros) indica que el 62% de los asesores financieros consultados manifiesta que el nivel de educación financiera en España ha subido, no llegamos al aprobado: este panel de expertos nos da 4,33 sobre 10.

¿Qué lecciones sobre finanzas debemos darles a nuestros hijos?

1. Enseñarles cuánto cuesta ganar dinero

Aprender a valorar lo que se tiene solo es posible si desde muy pequeños se les hace entender el esfuerzo que supone ganar el dinero con el que se compran las cosas. Cuando salimos por la puerta cada día y les dejamos en el colegio no es porque queramos dejarlos solos, sino porque tenemos que ir a trabajar. Desde nuestro punto de vista como padres y madres, la relación entre el empleo y los ingresos puede parecer difícil de asimilar para los niños, pero del mismo modo que acaban interiorizando que de su educación depende su futuro, también sabrán que las horas que pasamos fuera de casa se traducen en un presupuesto que manejamos para que tengan todo lo necesario. Una forma divertida para comenzar a enseñarles este concepto es darles una propina por ayudarnos a hacer algunas tareas simples.

2. Ayudarles a diferenciar entre necesidad y capricho

Seguro que en nuestra vida cotidiana tenemos que hacer una serie de renuncias materiales en virtud de gastos que sí que son realmente importantes. Sentar las bases de una adecuada educación financiera significa guiar a los más pequeños para que sepan identificar qué es necesario y qué es prescindible. Para ello, deben tener un referente en nosotros, un ejemplo a seguir. Si no somos capaces de gestionar de forma ordenada y racional lo que gastamos, no esperemos que nuestros hijos tomen nota y lo hagan bien, porque probablemente imiten nuestra conducta. Por tanto, es esencial que primero hagamos un ejercicio que nos concilie con nuestras finanzas para después trasladarles estas nociones de forma natural.

3. Inculcarles la importancia del ahorro

Ahorrar es un hábito que cuanto antes se aprenda, mejor. A través del ahorro, cumplimos nuestros objetivos, y con los niños pasa exactamente lo mismo. Regalarles una hucha es un fantástico punto de partida. ¿Por qué no en vez de comprarles un libro que les gusta les motivamos para que ahorren hasta que tengan el dinero suficiente para comprarlo ellos mismos? De este modo, no solo aprenderán la lección de que el dinero es algo finito, sino que también lo valorarán mucho más porque serán ellos quienes se marcarán una meta. Tampoco es mala idea darles una paga y motivarles para que, en vez de gastarla de forma impulsiva en cualquier cosa pequeña, la administren y la guarden hasta alcanzar la cantidad necesaria para comprar algo más grande.

4. Evitar que compren compulsivamente

Cuando no se hace el suficiente hincapié en la educación financiera de los más pequeños de la casa, se acaba instalando en ellos un sentimiento de recompensa inmediata que les empujará a ser consumidores irracionales el día de mañana. Para evitar este comportamiento poco deseable, tienen que vernos a nosotros actuar en consecuencia. Por ejemplo, si estamos pensando en comprar un coche, nada mejor que hablar con ellos y explicarles por qué vamos a hacerlo. Al justificarnos frente a ellos, les enseñamos que todo gasto debe obedecer a una necesidad. Además, resulta muy útil que les involucremos y que sepan que una decisión así debe meditarse comparando precios, visitando varios concesionarios, analizando las prestaciones, haciendo caso omiso a la publicidad engañosa, etc. De este modo, estaremos formando consumidores que huyen del factor emocional y que toman decisiones basadas en la inteligencia financiera.

5. Recurrir a material educativo

Aunque poco a poco se va viendo que la educación financiera debe ser incluida dentro de los planes de estudio, no podemos dejar esta responsabilidad en manos de los profesores. Existe mucha literatura sobre economía adaptada a según qué edad. Preguntando en una librería, nos recomendarán cuál es el material didáctico con el que podemos empezar a hablarles a nuestros hijos del dinero y del papel que ejerce y va a ejercer a lo largo de su vida. Igualmente, Internet es una fuente inagotable de recursos que podemos aprovechar gratuitamente: desde canales de Youtube hasta podcast que nos enseñan cómo enfrentarnos a esta situación. De hecho, instituciones como la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) o el Banco de España hacen campañas en esta dirección. así como app diseñadas especialmente para el público infantil. Los nativos digitales tienen a su alcance las mejores herramientas para adquirir competencias financieras, e incluso, tomarnos la delantera.